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La confianza como factor social en el desarrollo sustentable es la premisa fundamental del buen uso de los recursos de uso común, mejor conocidos como recursos de uso público.
El dilema que esto representa para detener la continua pérdida del capital natural de México implica entender esa lógica de uso económico, cultural y patrimonial de los recursos naturales. En un país donde lo que es de todos, no es de nadie, y por lo tanto sólo al Estado se le hace responsable de ese uso, es difícil generar una cultura de sustentabilidad no solamente en el uso del espacio público, sino sobre todo en el de los recursos de uso común como el agua, el aire, y el suelo.
Esta catástrofe, pero en sentido inverso, desde la visión del capitalismo, fue documentada por Elinor Ostrom, premio Nobel de Economía 2009, en su libro Tragedies of the Commons. Para México, la “tragedia de los comunes” es muy similar a la tragedia de los bienes de uso común que ocurre en todo el mundo, pero con un agravante, el nuestro es un país considerado el cuarto a nivel mundial en megadiversad biológica. De ese es el tamaño de nuestra responsabilidad en la estrategia global de adaptación al cambio climático.
Pero no todo es oscuridad en el camino, atendiendo a que desde el descubrimiento de América y hasta esta última etapa industrial, nuestro país ha sostenido con materias primas, es decir, recursos naturales, una muy buena parte del desarrollo de las naciones que hemos hecho uso del capital natural mexicano, algo debe estar permitiéndonos seguir siendo un país megadiverso y no sólo es la persistencia de la Naturaleza, también es gracias a un tipo de organización social que nos hemos dado los mexicanos –y que es producto de la Revolución de 1910 – el régimen agrario de propiedad social... |
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Los bosques de México representan ecosistemas complejos con un significativo valor ambiental. En 1994 la superficie forestal arbolada del país era de 56.8 millones de hectáreas, en las que están representados distintos tipos de ecosistemas forestales. Los bosques cumplen funciones de estabilización de los ecosistemas y contribuyen a mantener la calidad del agua y el aire a la recarga de acuíferos; mitigan la erosión del suelo, e intervienen en la regulación de la temperatura. Funcionan también como procesadores de carbono que permiten el control del efecto llamado invernadero e intervenir en algún proceso de la actual condición ambiental del calentamiento global.
Los bosques templados del país tienen un importante potencial productivo: presentan incrementos de 1.5 a 15m3 de madera/ha anuales. La productividad está en relación a variables como el suelo, el clima y los procesos mismos de su manejo con las variables tecnológicas.
Con respecto al régimen de propiedad donde se ubican las superficies forestales, se estima que un poco más del 15% de la propiedad es privada y el resto es propiedad federal, estatal o municipal. Es decir en cifras gruesas la propiedad bajo régimen agrario ejidal o comunal es cercana del 50.2%, que representan alrededor de 8 mil quinientos ejidos y comunidades. Las comunidades agrarias poseen gran parte de los recursos naturales del país y las tierras de los núcleos agrarios poseen un sistema dual de los derechos de propiedad: por un lado existen parcelas individuales en donde un ejidatario puede usufructuarla de la manera que más le convenga mientras que por otro lado existen terrenos de propiedad común, a las cuales cada ejidatario-comunero puede acceder a su uso conforme a las reglas de acceso creadas por la comunidad.
A partir de 1992 un ejidatario puede trasferir su parcela, mientras que las tierras comunales no. Actualmente se le reconoce al sector social con 28,050 comunidades conformadas por 3.5 millones de hogares ejidales y comuneros...
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